El efecto del verano en la alimentación

Llega el verano y parece que la dieta saludable que se ha mantenido hasta el momento se trastoca fruto de las salidas al aire libre o, cómo no, las vacaciones. Sin embargo, también en la época estival hay que cuidar lo que se come.

Que las estaciones influyen en lo que se ingiere no es ninguna sorpresa. Algunos estudios, de hecho, sugieren que las altas temperaturas y la humedad se traducen directamente en una menor cantidad de comida en el estómago: en verano se come menos. Además, el apetito muchas veces brilla por su ausencia.

Pero, ¿hasta qué punto es importante seguir manteniendo unos hábitos saludables en verano? Resulta igual de vital que durante el resto del año. Incluso más, puesto que en verano se necesita que el cuerpo esté todavía más hidratado para no dejarse llevar por la fatiga que producen las elevadas temperaturas o los desajustes digestivos que se generan al variar las rutinas.

Alimentarse de manera variada y equilibrada es, de nuevo, la clave. Frutas y verduras, lácteos, carne, pescado, huevo… Y, por supuesto, hidratos de carbono. Todo, por supuesto, en la cantidad justa y apropiada.

Solo los hidratos de carbono, por ejemplo, deben aportar entre el 50% y 60% de la ingesta calórica diaria. Según el presidente de la Fundación Iberoamericana de la Nutrición, Angel Gil, en caso contrario, pueden aparecer “importantes” problemas de salud. Estos se erigen como la principal fuente de energía que emplea el organismo para mantener su actividad, e incluyen los llamados hidratos complejos, dentro de los cuales el pan es una de las opciones más destacadas. Pan de cristal, pan de agua, pan con cereales… ¡será que no hay hoy en día opciones para incluirlo en la dieta!

 

El motivo de ello es sencillo. El pan no es solo el alimento más versátil (desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, incluso cenas se valen de él), sino que es un producto rico en nutrientes dentro de un estilo de vida saludable, donde también el ejercicio físico y el equilibrio con otros alimentos debe ser el adecuado.

El pan es un producto que, prácticamente, tiene todo lo que el cuerpo requiere: hidratos de carbono, minerales, vitaminas, proteínas, fibra… Además, cuando se come de forma habitual en la dieta puede ser una buena forma de cubrir las cinco o seis raciones diarias de hidratos de carbono que recomiendan los expertos en la materia. Disponer de un delicioso pan en cualquier establecimiento, además, ya no es un misterio: las masas congeladas permiten que el pan precocido congelado sea la mejor opción para ofrecer variedad y calidad. Comprar pan congelado es, en este sentido, una apuesta segura.

Y es que, frente a los mitos que envuelven al pan, este apenas tiene grasas. Si aún así, se busca un mayor aporte de fibras o cubrir otro tipo de necesidades, siempre se puede optar por el pan integral o alguna otra variedad de este delicioso producto. Cuesta creer que un producto tan sencillo como el pan, hecho únicamente con harina, agua, levadura y sal pueda encerrar tantos beneficios para la salud de las personas.

Pero es aquí, precisamente, donde radica la verdadera diferencia para un consumidor cada vez más exigente. En la actualidad, el cliente no solo quiere que el pan esté rico, sino que además busca poder escoger entre distintas variedades y sobre todo, que le ofrezcan un valor añadido y le produzcan bienestar. Un pan brioche con mantequilla para desayunar; o un selecto pan de hogaza para maridar una comida o cena son alternativas tan sabrosas como apetecibles. Tener un producto de calidad, y ofrecer diversidad en las propuestas, ya no es una opción: es una obligación.

El verano no te pillará por sorpresa si te haces con un variado surtido de panes con los que obsequiar a tus clientes. Porque, recuerda: verano no quiere decir descuidar la salud.