Cinco ventajas de apostar por las masas congeladas

Elegir una masa congelada también nos reporta beneficios

El pan tradicional es una maravilla, pero las masas congeladas tienen una serie de beneficios que, dependiendo de nuestras necesidades, pueden resultarnos más convenientes. Es posible hacer que los procesos más tradicionales convivan con las técnicas más avanzadas, ya estemos hablando de pan, de bollería congelada, de snacks o de pastelería.

Cada vez son más los panaderos y hosteleros que apuestan por las masas congeladas, debido a los beneficios que acaban conllevando para sus negocios. De este modo, constatan que los resultados pueden ser igual de satisfactorios, mientras que el resto de procedimientos se vuelven más simples y los tiempos se controlan con más precisión, facilitando el servicio y la organización. 

Veamos ahora algunas de las razones para apostar por las masas congeladas, que van desde los buenos resultados -el pan precocido mantiene intactas sus virtudes, entre las que se incluye el sabor, y puede servirse recién horneados a cualquier hora- hasta la sostenibilidad -se reduce el desperdicio y se gana en la vida útil de los alimentos-. Por suerte, la oferta y la variedad no deja de crecer. 

Recién Horneado a cualquier hora

El gran beneficio que aportan las masas congeladas es la disponibilidad de producto recién horneado a cualquier hora del día. Representa la mayor diferencia con respecto a la panadería tradicional ya que sólo se necesita descongelar el producto unos 20-30 min y cocer entre 15–20 min para tener el producto listo para su consumo o venta con las máximas propiedades.

Calidad de los productos 

La aplicación de la tecnología del frío supuso toda una revolución en la industria de la panadería. La congelación se había usado tradicionalmente en otros sectores con muy buenos resultados. Se trata de un método de conservación natural que no requiere de conservantes ni aditivos y que garantiza el mantenimiento de características como las propiedades nutritivas, la textura, el olor  o el sabor.

Mayor variedad de productos

El uso de masas congeladas para panaderías permite ofrecer más variedad de productos en menos tiempo de trabajo, por lo que el negocio gana en organización y efectividad. 

Sucede lo mismo en el caso de las masas congeladas para hostelería, ya que los restaurantes y las cafeterías no tienen que abastecerse a diario. Ahorran en costes y logística, sin renunciar a la calidad.

Se pueden permitir tener berlinas en el almacén, aunque habitualmente los croissants tengan más demanda. A su vez, este tipo de masas ayuda a que se experimente y haya rotación de distintos tipos de productos, para satisfacer las diferentes necesidades: reducidos en sal, integrales, multicereales… Artículos específicos, cuya producción tradicional es costosa para pequeñas cantidades, lo que lleva a precios altos; un problema que se solventa con las masas congeladas. Por último, está la personalización, porque siempre puede elegir el cliente el formato que más le conviene, ya fermentado e incluso decorado para ganar en rapidez o facilidad en el punto de venta, o listo para fermentar y así dar el último toque personal y diferenciador.

Se ajustan los tiempos y la vida útil

Con las masas congeladas se ahorra en tiempo y en energía. Los productos se pueden ofrecer con mayor rapidez y sin que haga falta un esfuerzo previo muy grande, con el consiguiente rendimiento y mejora de los márgenes para las empresas. Como se puede tener un mayor control sobre la vida útil del pan y la bollería, se pueden ajustar los pedidos y la salida de los mismos, reduciendo las mermas. Si una cafetería sabe que por las mañanas vende cruasanes y por las tardes, napolitanas, no se ve obligada a preparar un gran surtido desde primera hora. Lo mismo sucede si hablamos de épocas del año en las que ciertos productos tienen más salida.

Menor desperdicio alimentario

Si bien el punto anterior tiene un claro enfoque empresarial, al reducir el desperdicio alimentario también estamos haciendo una labor por la sostenibilidad. El pan precocido se puede guardar durante meses en estado de congelación, hasta que finalmente decidamos usarlo y hornearlo por segunda vez. Para los minoristas, esto implica menos desperdicio y más flexibilidad ante los cambios en la demanda, y teniendo en cuenta los datos de consumo de este alimento, repercute en un gran beneficio para el entorno y el equilibrio social. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cada español gastó una media de 75,6 euros y alcanzó un consumo anual de 31 kilos de pan a lo largo de 2019; ahí es nada.

En definitiva, las masas congeladas también tienen sus propias ventajas con respecto a las clásicas,  y de ahí que hosteleros, comerciantes y panaderos se decanten por ellas. No solo por un tema de rentabilidad y efectividad en los procesos, sino porque cada vez hay más oferta y variedad. Se ha avanzado en el uso de buenos ingredientes y en los estrictos procesos de producción, hasta haber alcanzado un horneado adecuado y variado, que garantiza pan y bollería de gran calidad.