El Pan y la Dieta Mediterránea

Que el pan forma parte de la dieta mediterránea es una verdad indiscutible. Pero, ¿hasta dónde se remonta esta tradición y cómo surge?

El concepto de dieta mediterránea, como seguramente ya sabrás, tiene unos cuantos milenios a sus espaldas: se considera, de hecho, algo ancestral, es decir, que procede de una tradición muy remota y antigua. Las aportaciones gastronómicas que hoy se engloban bajo el concepto de “dieta mediterránea” son el resultado de la casualidad o, mejor dicho, son fruto de las civilizaciones que han habitado el Mediterráneo durante muchos siglos.

Y es que el Mediterráneo fue durante mucho tiempo una ruta comercial donde conectaban diversas culturas y, por supuesto, su gastronomía. Se considera que los antiguos romanos, que se inspiraron a su vez en los griegos, consideraban el pan, el vino y el aceite símbolos de su cultura. Alimentos que, sin duda, también forman parte de lo que se considera “dieta mediterránea”.

 

Pese a que hoy en día se utilice el concepto con facilidad, no fue hasta mediados del siglo XX cuando Leland G. Albaugh acuñó realmente el término “dieta mediterránea”. Todo se debió a un informe que le pidió el gobierno griego, que quería mejorar la salud de su población después de los estragos causados por la Segunda Guerra Mundial. Albaugh estudió la situación y esbozó una principal conclusión: los habitantes griegos, pese a la pobreza ocasionada por las consecuencias de la guerra, disfrutaban de una larga vida con escasas enfermedades cardiovasculares. ¿A qué se debía ello? Albaugh consideró que la explicación era la forma en la que se alimentaban: el aceite de oliva que empleaban en sus vegetales, las legumbres, el yogur  o el queso, entre otros productos. A todo ello lo llamó “estilo de vida mediterráneo”.

También el trigo ocupaba un lugar importante en la Antigüedad. Aunque se desconoce exactamente el origen de su cultivo, se sabe que la palabra deriva del latín “triticum”, que hace referencia al proceso de separar el grano y la cáscara. Algunas voces apuntan que los egipcios fueron el primer pueblo que elaboraba pan, aunque se considera que los romanos lo consolidaron como arte y escuela, puesto que crearon el primer Colegio Oficial de Panaderos.

Hoy en día, afortunadamente, el pan es tan común como habitual. Y, si tienes una panadería, cafetería u horno, es lógico que lo incorpores a tu surtido de productos. ¿Cómo hacerlo? Mediante el pan precocido, que permite tener todas las garantías y calidades de siempre de forma rentable, sencilla y práctica. Cocer pan precocido, además, es muy fácil: solo hace falta descongelarlo y darle un golpe de horno. Gracias a unos excelentes proveedores de pan artesanal que te hagan muy fácil comprar pan congelado no tendrás rival. Prometido.

 

Las referencias de pan que necesitas en tu establecimiento

Y de hace unos siglos a la actualidad más inmediata, porque los últimos lanzamientos en el mundo del pan vienen pisando fuerte. La hogaza de pan elaborada con  masa madre es, en primer lugar, un producto imbatible; si tiene un PH 4.8 de masa madre, todavía más. Dos concretamente destacan por su sabor y textura: la hogaza sarracena y la hogaza campestre. Las hogazas, además, son muy versátiles, porque sirven tanto para hacerse un delicioso desayuno por la mañana como para preparar suculentos bocados en cualquier otra hora del día. No se puede vivir sin el pan de hogaza, no cabe duda.

La gama de pan de agua, por otro lado, también es una apuesta segura en la actualidad. Y ahí existen varias opciones. La hogaza de agua, por ejemplo, es ideal para preparar tostadas muy crujientes y resulta especialmente delicada por su masa, muy líquida en su elaboración. La fórmula de pan de agua también se traslada al pan de agua, una barra que destaca por un gran contenido en agua, algo que le proporciona una miga más fresca y una mayor durabilidad. Además, tiene un atractivo aspecto artesano y rústico gracias a haber sido cocido en horno de suela de piedra. Otra opción es el bocadillo de agua, capaz de convertir un buen bocadillo en un bocadillo excepcional y que sigue una tradición artesana que le aporta una textura incomparable.

El pan de huerta, en último lugar, destaca por su altísima hidratación y su lento proceso de elaboración, que dan como resultado un pan crujiente, ligero y duradero. Un pan auténticamente excepcional, en parte también por su impresionante miga alveolada.

 

Qué duda cabe que han pasado muchos siglos desde que la dieta mediterránea y los romanos comenzaran a descubrir el poder y potencial del pan. Hoy, a la vista está, no tienes excusa para no incluirlo en tu negocio.