Bollería salada o bollería dulce: dos opciones igual de apetitosas
Los de la playa y los de la montaña. Los de los perros y los de los gatos. Los del calor y los del frío. A veces, hay que posicionarse de un lado o de otro. La bollería salada y la bollería dulce también pueden marcar dos bandos. Te explicamos el por qué.
Hay veces que no posicionarse significa, precisamente, marcar una posición. En algunos temas existen dudas, sí; pero en otros las personas no dudan al tener que colocarse en un lado u otro según sus gustos, afinidades o predilecciones. Pasa con muchas cosas en la vida y también con la comida. ¿Qué escoger para satisfacer un antojo, la bollería salada o la bollería dulce? Es una buena pregunta con, eso sí, difícil respuesta.
Y es que no todo el mundo opina de la misma forma. Es más: según el estudio elaborado por Consumolab (AINIA), pertenecer a una generación u otra determina de manera significativa unos sabores preferidos. Así, este informe recoge que los consumidores más jóvenes suelen decantarse por el dulce seguido del salado. No sucede lo mismo cuando se van cumpliendo años; de hecho, conforme pasa el tiempo, las personas tienden a apreciar más los sabores ácidos y amargos. ¿A alguien le apetece un delicioso croissant con masa de hojaldre y relleno de chocolate o de jamón y queso? La respuesta variará, en parte, según los años que se tengan.
Los millennials, es decir, la generación que engloba a las personas nacidas aproximadamente entre principios de los 80 y mitad de los 90 quieren dulces. Una caña de chocolate, un suso de crema, un mini croissant de chocolate, napolitanas de crema… pueden ser solo algunas de sus preferencias, ya que más del 50% se declara amante del sabor dulce. De hecho, y como dato curioso, el sabor dulce es uno de los más aceptados de manera global por todas las sociedades del mundo. Se dice pronto.
En el caso de la Generación X, por otro lado, existe un mayor equilibrio entre la bollería salada o la dulce; mientras que entre los llamados baby boomers, las personas nacidas después del fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) y mitad de los años 60, se apuesta generalmente por el salado. Para ellos, una buena empanada de pisto, un hojaldre con espinacas, o una napolitana de sobrasada son los grandes triunfadores a la hora de elegir entre un sabor u otro.
La ciencia detrás del consumo
Más allá de las ganas de comer una pieza de bollería de un sabor u otro, existen aspectos científicos que explican en algunos casos por qué hay alimentos que gustan más que otros. Por ejemplo, y según avalan algunos informes uno publicado por la revista especializada Pediatrics, la leche materna ya puede definir ciertos gustos: si durante la lactancia una mujer ingiere mucha zanahoria, aumentan las probabilidades de que al bebé también le gusten estos alimentos en el futuro.
A ello, además, también se suma un factor social. Entre los más pequeños, por ejemplo, el dulce equivale en muchas ocasiones a una irresistible tentación. ¿Quién se resistiría a un doughnut, una tarta bombón o un croissant de chocolate? Muy pocos niños podrían negarse a probar uno de estos productos. Sin embargo, el sabor amargo, por ejemplo, se tiende a asociar más con las verduras.
Entre los adultos se dan situaciones parecidas. La cerveza, el café o los pimientos por ejemplo, son sabores amargos que en ciertas edades no resultan tan agresivos para el paladar porque este se ha ido educando con el tiempo. También, además, tienen la capacidad de asociarse con determinadas situaciones. Este tipo de productos, especialmente el café o la cerveza, se suelen vincular con momentos de ocio, disfrute y placer.
¿Bollería salada o bollería dulce? No te conformes solo con una
Para celebraciones, para tomar entre horas, para tomar en la comida o en la cena cuando no apetece cocinar; como tentempié, como almuerzo… El caso es que tanto la bollería salada como la dulce pueden ser opciones igual de apetitosas, aunque, a menudo, la bollería salada encaja en más momentos del día que la bollería dulce, que quizá es más adecuada en desayunos y meriendas. Según los estudios de Kantar, el placer es el driver determinante en la categoría de bollería dulce que se convierte en la gran protagonista de la compra por impulso. Sin embargo, la categoría de la bollería salada se mueve por el factor convenience gracias a su practicidad y versatilidad de consumo en cualquier momento del día y por todas las edades.
Por este motivo, en tu establecimiento no te puedes permitir tener un surtido limitado de bollería salada. Actualmente, además, hay multitud de sabores, formatos o masas con las que marcar la diferencia y satisfacer a los paladares más exigentes.
Empanadas hojaldradas, mini empanadillas, napolitanas; de atún y tomate, york y queso, morcilla, sobrasada con queso, bacon, espinaca y queso… Perfectas para esas personas (a menudo con más edad y también más experiencia en saber qué se quiere y qué no) que buscan, ante todo, el sabor salado.